Homenaje a Néstor Cerpa C.

Un nuevo 22 de abril: homenaje a Néstor Cerpa C.

Por Fernando Acosta Riveros
La Jornada

Cuarenta y tres años vivió Néstor Cerpa Cartolini. Hijo de obreros, nació en Lima el 14 de agosto de 1953. Joven aún, combinó el estudio con el trabajo y llegó a convertirse en sindicalista y dirigente obrero. Leyó a José Carlos Mariátegui y soñó, como él, un Perú independiente y fraterno donde los trabajadores de las ciudades y los campos aportaran con su esfuerzo a la economía nacional y disfrutaran de sus derechos en un ambiente de progreso permanente.

Néstor Cerpa trabajaba en la empresa Cromatex a la edad de 26 años. Estudiaba la historia de su patria y compartía sus conocimientos con los compañeros obreros. Sabía que los gobiernos de Francisco Morales Bermúdez, militar, y Fernando Beláunde Ferry, civil, hablaban de los valores de la libertad ciudadana y de la democracia, mientras negaban a los trabajadores la posibilidad de tener salarios suficientes para vivir con dignidad y horarios racionales que les permitieran participar de la recreación cultural, mejorar sus conocimientos y crecer como seres humanos, espiritual, moral y políticamente.

En 1979, Néstor Cerpa, dirigió la huelga en Cromatex. Ese acontecimiento tuvo repercusión nacional, económica y política. El dirigente fue detenido, reprimido y señalado como un “elemento subversivo, enemigo de la patria, sujeto peligroso, anarquista, traidor a la civilización occidental, hombre violento y soñador de utopías”. La lucha por conservar un trabajo, lograr el reconocimiento de la antigüedad en un taller o empresa, era un atrevimiento en el Perú gobernado por Morales, el general y Beláunde, el arquitecto y es un sueño de miles de peruanos en el actual régimen corrupto, neoliberal y represivo de Alan García Pérez.

Dos organizaciones políticas apoyaron entonces a los huelguistas de Cromatex: el Partido Socialista Revolucionario M-L (PSR) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Para resistir a la represión, los sindicalistas y los militantes del PSR y del MIR, se plantearon la necesidad de crear un brazo armado. Llegó la década de los ochenta en un siglo XX latinoamericano que celebraba el triunfo sandinista en Nicaragua y acompañaba las luchas colombiana, guatemalteca y salvadoreña.

Los revolucionarios peruanos recordaban sus tradiciones de lucha independentista que se remontan a noviembre de 1780, cuando José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Tupac Amaru, apoyó y participó en la rebelión de los indígenas peruanos contra la fiscalía y los corregidores colonialistas españoles. Tupac Amaru fue reconocido como un héroe en la lucha por la independencia de nuestra América. Luchó por la igualdad, proclamó la justicia y se opuso a la esclavitud. Doscientos dos años después nació en la patria de César Vallejo, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA).

Una de las primeras acciones armadas del MRTA tuvo carácter internacionalista y consistió en un ataque con explosivos al Instituto Británico en Lima para expresar su solidaridad con Argentina que se encontraba en guerra con el gobierno de la Gran Bretaña, que ha usurpado el control de las Islas Malvinas, que son argentinas. El MRTA durante esos años creaba escuelas político-militares y capacitaba a sus militantes en estudios culturales, políticos y sociales, así como en el manejo de las armas para responder a las agresiones del Ejército, los empresarios y el gobierno.

Entre los militantes destacados del MRTA se cuentan Víctor Polay Campos, fundador de la organización y Néstor Cerpa Cartolini, organizador y dirigente del comando Edgar Sánchez, que tomó la residencia del embajador de Japón en Perú, el 17 de diciembre de 1996, mientras diplomáticos, representantes del gobierno y de la Iglesia católica participaban en una fiesta exclusiva de los privilegiados, “los hombres de bien, los demócratas…, los dueños del Perú”.

Desde el ingreso a la sede diplomática, Néstor Cerpa y sus 13 compañeros tupacamaristas denunciaron ante el mundo las pésimas condiciones carcelarias, los crímenes y torturas del gobierno de Alberto Fujimori que se ensañó contra todos sus opositores. El comando emerretista exigía la liberación de por lo menos 400 presos políticos, como condición para entregar a los rehenes, entre quienes se encontraba Pedro Fujimori, hermano del presidente.

Durante 126 días el MRTA estuvo dispuesto a dialogar y negociar. Ofreció un trato humanitario a sus rehenes, “en situación de guerra”, que fue reconocido por diplomáticos, después del suceso. Michel Minnig, de origen suizo y jefe de la delegación de la Cruz Roja en Perú, fue rehén y también intermediario para lograr una solución pacífica. Su labor tuvo apoyo y reconocimiento internacional.

Néstor Cerpa Cartolini y sus 13 compañeros tupacamaristas, entre quienes se encontraban mujeres insurgentes, fueron asesinados con alevosía, premeditación y ventaja por militares y agentes secretos del gobierno de Alberto Fujimori el día 22 de abril de 1997. Han pasado 10 años de la masacre que los revolucionarios de Perú y nuestra América no olvidan. Fujimori ha sido señalado como criminal, por ésta y por otras acciones.

Los dirigentes y militantes del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru han contribuido eficazmente a la lucha popular, internacionalista y antiimperialista.

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