Jacqueline Van Rysselberghe y la "ocupación" de Concepción


La alcaldesa de Concepción ha acaparado los medios y particularmente las transmisiones de CNN en la región latinoamericana, solicitando más apoyo militar para acabar con el vandalismo de grupos organizados. De pronto se veía a la señora Van Rysselberghe en una proporción de 10 a 1, en relación a la Presidenta Bachelet en las pantallas de Ecuador, Argentina, Colombia, México, EEUU, de donde me llaman para preguntar si Chile se despedaza de sur a norte por las declaraciones de la alcaldesa.

Ya no importaba para la CNN las declaraciones diarias del comité de emergencia de la presidencia o las actividades de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior. Tampoco importaba resaltar que el futuro Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter declarara que las medidas adoptadas eran las adecuadas. Importaba resaltar el hecho delictual que pudiera encender más la hoguera y no el hecho político, para así sacar más partido a la perversa relación entre fervor mediático y protagonismo del delincuente.

Lo que importaba era cuantas veces la alcaldesa enfatizaba el punto de que Concepción y su periferia - sin decirlo textualmente- debían ser "ocupadas" por las Fuerzas Armadas. Con su insistente llamado a la ocupación militar ha incitado a predicar la violencia, y la ley del el ojo por ojo.

Photobucket

Un periodista de una radio me dijo ayer "por lo que está sucediendo en Concepción hay que actuar como en 1939, sacar los soldados a la calle y tirar a matar". Supongamos por un instante que la autoridad militar da instrucciones de salir a matar. Imaginemos que un pelotón dispara a matar a una turba de vándalos -digamos que sean de 20 a 30 - y que fallezcan 10.

"Si se mueven mátenlos", fue exactamente la instrucción, y lo que sucedió en muchas ciudades de Irak en 2003 y en Afganistán mucho antes, en la década de los años 70 con la invasión soviética, cuando tiraron a matar a cualquiera que se moviera. Así se generó una dialéctica de la violencia de la cual ha sido difícil liberarse.

Las distancias se acortan y los contextos se emparejan, por eso es preocupante la perversa relación entre el fervor mediático y el protagonismo delictual. En Chicago y Nueva York se ha estudiado. Hollywood, posicionando temas como dice George Clooney, lo ha puesto en pantalla.

Se demostraba que esa fuerza policial regular, siempre estuvo incapacitada para contener a grupos organizados de asaltantes. Lo importante es constatar que quizás por varios años, la capacidad del bandidaje y las fuerzas para contenerlo ha sido desigual. Esta explosión de vandalismo que el terremoto/tsunami reveló, se incubaba desde hace tiempo. Estos grupos no se inventaron para este desastre, si es así habría que investigarlo.

La intolerancia y el salvajismo de estas bandas en lugares comerciales, con vehículos y personas, es el síntoma de una especie de cáncer en los grandes conglomerados urbanos asolados por disparidades y separaciones sociales en formas de vida y también por los mensajes de la industria mediática.

No es un fenómeno chileno en particular. En Madrid, Buenos Aires, Río, Los Ángeles, Paris, se expresa en diversas formas. Antes de disparar como fórmula permanente de última alternativa, hay que ver qué sucede con la determinante cultural de la actual forma de desarrollo. ¿Cómo y dónde se incuba esa determinante que no logramos entender?

Los escándalos de corrupción y la falta de eficacia en el sistema, y la gruesa brecha en las desigualdades, es el escenario más visible y tangible para un grupo que vive con descontento y bajo la desesperanza. Son grupos etarios de 15 a 30 años, que son los que forman el ejército permanente de desempleados (1)

Dónde está la exploración del pesimismo desatado en amplios sectores de la clase media y los empleados en servicios estacionales o que perecen, las víctimas más golpeadas por las crisis económicas. Dónde está la evaluación de la debilidad del sistema democrático para incentivar y crear mecanismos que reduzcan la exclusión.

Dónde está la política que incentive a los grupos excluidos de las oportunidades del desarrollo que cada son vez más numerosos y abandonados, a formar parte de la regeneración de la democracia y que no pasen a formar las filas de la descomposición social y digámoslo con letras que duelen, del neofascismo.

Digamos, dónde están esas condicionantes antes de disparar la bala que no regresa.

(1) Lota y Coronel han sido las ciudades de mayor desempleo en Chile, con tasas de 15,6% y 15,5%, respectivamente. En la zona están Angol con 14,3%, Talcahuano, con 13,7%, Concepción con 13,6%, Chillán con 11,9%. (El Sur.30 de abril 2009).


Comentarios